Una vista del Parlamento de Budapest, junto al Danubio.
Una tienda de miniaturas hechas a medio punto y en un 1x1 muy muy pequeño. Vaya, que debían de usar unas lupas de 5000 aumentos por lo menos.
La famosa tarta Sacher, que fuimos a tomarla -cómo no- a la cafetería del Hotel Sacher, donde se inventó. Estaba increíble...aunque los precios también lo eran, nada barato...
La Torre del Reloj de Praga. Es una maravilla, a cada hora en punto por las ventanas desfilan los Apóstoles y las figuritas se mueven. Seguro que en youtube podéis encontrar algún vídeo si tenéis curiosidad.
Y nada más, espero que os haya gustado el viaje...sigo intentando volver a la normalidad y quitarme de encima todas las tartas que se me pegaron como lapas, jajajaja.
Besos!